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MENCIA

Todas las niñas sueñan con   un  príncipe azul, un cuento de hadas   y con un   "y vivieron felices para siempre ";   Mencía  no era   la excepción  , sólo  que con  el tiempo   descubrió que    en los cuentos de hadas nunca   presentan  lo que   sucede después    de la boda, y que el azul no es el mejor color para un príncipe de carne y hueso.

 

Enfrentada a una realidad para la que no estaba   preparada, se    embarca   en la aventura de su vida, combatiendo a la sociedad para alcanzar sus  sueños;encontrándose a sí misma, una y otra vez.

Mencía atraviesa el tiempo y el espacio, rompiendo     todas las barreras, en busca de respuestas que   abrirán     sus ojos   a realidades   que   destruyen    todos sus esquemas.   Reconociendo  a aquellas personas que fue en otras  vidas , aprenderá   las lecciones   de Amor   y  Perdón que la llevarán a alcanzar su Liberación.

 

En un camino de Amor, Dolor y Sanación junto a los personajes  de esta enriquecedora historia, basada en hechos reales, enfrentaremos   nuestros  propios  miedos en busca  de lo  que todos deseamos: La Felicidad.

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INTRODUCCIÓN

Una muñeca reposaba a un lado mientras la otra era sujeta a los aciertos y desaciertos del peinado de una peluquera de cinco años, que arrodillada frente a la casa de muñecas, hablaba sin cesar.

 -Y cuando estés lista vas a ser la princesa más bonita del baile, el príncipe se enamorará de ti y vivirán felices por siempre.

Una voz la llama desde la sala y ella gira sonriente, suelta la muñeca y sale corriendo a su encuentro.

-¡Mencía, mi princesa! ¡Ven donde tu papi mi amor!

-¡Papi!- corrió ella a sus brazos y se lanzó sobre él, quien la atrapó y apretó con mucha fuerza.

-Mi Morena, tú sabes que a mi me encanta abrazarte, ¿y sabes por qué?- le besó el pelo.

-No. ¿Por qué papi?- ella lo miró expectante con una sonrisa que dejaba ver el espacio entre sus dientes frontales.

-Porque eres como un angelito, como si estuviera abrazando un pedazo de cielo-la apretó aún más.

-¡Ayyy papi! ¡Tan fuerte no!

-Está bien Mamalola, pero prométeme una cosa- la apartó un poco de su cuerpo y la miró-, que tú siempre vas a ser mi angelito.

-¡Claro papi! Siempre, siempre, te lo prometo.

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